1. Un buen trabajo de dogmática jurídica requiere casi siempre la
utilización de conocimientos provenientes de otros campos, como la
historia, la lógica, la economía, la sociología, la ética o la teoría
del Derecho. No limite, por tanto, sus fuentes de conocimiento a lo
escrito por otros dogmáticos sobre el tema que vaya a abordar. Pero no
olvide tampoco la especificidad del trabajo dogmático: ordenar un sector
del ordenamiento jurídico y proponer soluciones a problemas
concernientes a la producción, interpretación y aplicación de esas
normas.
2. Ante todo, sea claro: es mejor équivocarse con
claridad que acertar confusamente. Y no confunda oscuridad con
profundidad: lo más oscuro no es lo más profundo.
3. No haga citas innecesarias. No escriba para mostrar lo que sabe, sepa lo que escribe.
4.
Procure acotar con precisión el problema que vaya a estudiar. Si es un
problema complejo, trate de descubrir cuáles son los distintos
subproblemas existentes y cómo se relacionan entre sí: eso le
proporcionará también probablemente, el esquema a seguir.
5.
Antes de proseguir con su trabajo, asegúrese de que lo que se propone
estudiar no es un problema irrelevante o un seudoproblema.
6.
Los problemas relevantes suelen obedecer a los siguientes
“indicadores”: tienen una incidencia apreciable en la práctica; afectan a
algún valor constitucional o, al menos, a valores a los que se atribuye
gran importancia; han sido ya anteriormente objeto de intentos de
resolución, pero sin éxito; su solución -o aclaración es también
relevante para otros problemas.
7. Para comprobar si es o no un pseudoproblema, siga el siguiente procedimiento:
A)
Trate de ver si la existencia de varias respuestas se debe a que, en
realidad, no existía un único problema, sino varios. Si fuera así,
podría estar a te un psuedoproblema en el sentido de que, en realidad,
no hay ninguna cuestión cuya solución sea dudosa.
B) Sino fuera éste el caso, entonces:
a) Enumere cuáles son las respuestas posibles al problema;
b) Examine qué consecuencias tendría cada una de esas respuestas en
términos dogmáticos, es decir, de que manera afectan a la ordenación o
sistematización de un sector del ordenamiento y a la propuesta de
criterios sobre la producción, interpretación o aplicación del derecho;
c) Si las consecuencias son coincidentes (o no hay diferencias significativas), entonces se trataba de un pseoudoproblema.
8.
No obstante, muchos pseudoproblemas –especialmente, si han sido con
asiduidad objeto de reflexión dogmática- pueden esconder un problema
genuino que se pone al descubierto cuando se lo objeta desde el ángulo
adecuado. Por ejemplo, cuando lo que esté en cuestión sea la “naturaleza
jurídica” de la institución X, no enfoque el problema como si se
tratara de descubrir la “verdadera esencia” de X. Por el contrario,
comience por indagar qué consecuencias tendría el que a X se le
califique de Y o de Z. luego trate de justificar por qué es preferible
un tipo de consecuencias a otro. Cuando haya hecho esto último, habrá
resuelto ya el problema de la naturaleza jurídica de X.
9.
Antes de proponer una respuesta al problema, trate de explicar cómo ha
llegado algo a ser un problema. En particular, preste atención a la
génesis histórica. Piense que cuando haya llegado a comprender bien un
problema es porque está ya muy cerca de la solución.
10.
Plantéese todas las soluciones posibles al problema y evalúelas desde
todos los puntos de vista que le parezcan mínimamente plausibles. La
mejor solución ha de ser la que, en su articulación y en sus
consecuencias:
A) Resulte más coherente en relación con
los principios jurídicos, las construcciones dogmáticas y el
conocimiento fáctico disponible y relevante para la cuestión, y
B) En consecuencia, puede juzgarse acreedora de un mayor consenso racional por parte de la comunidad jurídica.
http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01371963122385973092257/isonomia03/isonomia03_12.pdf
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